Hay personas que desempeñan su trabajo de un modo vertiginoso, siempre pendientes del teléfono y de los plazos, con jornadas laborales muy por encima de las habituales 40 horas semanales, con continuos viajes profesionales o teniendo que acudir a actos relacionados con su empresa en horarios fuera de lo habitual.
Si estas entre esas personas, “enhorabuena”, eres un trabajador extremo. Tu trabajo es más importante que tu salud o que tu vida social o familiar.
La situación laboral actual hace que el empleo sea un bien muy inestable. Los trabajadores tienen miedo de perderlo o a no poder encontrar otro si están en paro, esto desgasta la autoestima del trabajador y lo vuelve inseguro.
El empresario exige a sus trabajadores que rindan de una manera desmedida porque así lo impone la crisis. Bajo la idea de que “es necesario para mantener el puesto de trabajo” o “por menos dinero, otros lo harían mejor que tu”, se tiende a la explotación del trabajador.
En estos momentos de estrecheces económicas las empresas tienen más competencia, demandan de sus empleados una mayor productividad y tienden a reducir costes. Es decir, a hacer más o al menos lo mismo con menos empleados. La conciliación y la igualdad no se tienen en cuenta mientras estemos en crisis. La duda está en si se trata de una situación puntual o esto marca una tendencia para el futuro.
Es importante que los trabajadores miremos dentro de nosotros mismos. Que analicemos que tipo de vida queremos llevar, nuestros objetivos y el modo de conseguir esos objetivos. Debemos conocer que queremos con nuestro trabajo y que nivel de exigencia me plantea eso que quiero, si es necesario vivir para trabajar y que nos exploten o podemos vivir de un modo adecuado con algo menos de dinero y tener una mejor calidad de vida. Se trata, al fin y al cabo, de ser dueños de nuestra propia vida.
[…] 4) El trabajo no sólo debe de ser decente sino también, positivo y saludable desde un punto de vista emocional. Sin embargo, en esta festividad tan especial, uno se pregunta si hablar de trabajo decente en algunos sectores no resulta una utopía en medio de la crisis porque el trabajo siempre debería ser decente. En última instancia deberíamos decir: Trabajar sí, pero no así. […]