El mes pasado se celebró el I Congreso Internacional de Formación y Movilidad en el Sector de Ingeniería, en el que se exigió que los contenidos que se imparten en la carrera, así como el título, estén homologados y adaptados a lo que demanda el mercado laboral.
Manuel Moreu, presidente del Instituto de la Ingeniería de España, afirmó que el título español tiene problemas para ser homologado en otros países, mientras que aquí se acepta la titulación de los profesionales extranjeros, creándose una “enorme desigualdad que hay que resolver rompiendo el binomio formado por el título y la capacidad profesional“.
Por su parte, el presidente de la Fundación Madrid, Centro Mundial de Ingeniería, Pedro Canalejo, comentó que los contenidos están desfasados, ya que un profesional de la ingeniería necesita dominar la comunicación, la capacidad comercial, la administración de empresas y los idiomas, para “dar respuesta a las necesidades del mercado profesional actual con gran capacidad de liderazgo e innovación”.
El problema principal, para este experto, radica en “la falta de adaptación en los conocimientos que se imparten en las Escuelas de Ingeniería a los perfiles que demanda actualmente el mercado, ya que estamos en una economía globalizada“.
Pero el problema no es solo que los contenidos impartidos no son los adecuados, sino que también hay que apuntar a un desfase que viene des muy antiguo, ya que las escuelas de ingeniería españolas trabajan aun bajo las premisas que se venían utilizando el siglo pasado, cuando el mundo ha cambiado y ya estamos en plena vorágine del siglo XXI.
Para solucionar esto, Canalejo se muestra partidario de una coordinación entre Europa y España, que permita mejorar la formación de nuestros ingenieros y su movilidad, gracias a la homologación de títulos en todo el territorio de la Unión. Esto podría llevarse a cabo mediante la implantación de un “carné de identidad” de ingeniero, que confirme su formación y le de acceso a ofertas de trabajo en toda Europa.