Hoy celebramos el Día del Trabajo una jornada que no puede analizarse sin la perspectiva que producen las circunstancias sociales y que afectan a cada trabajador o desempleado a nivel individual desde la amenaza del miedo que produce un futuro incierto y un sueldo precario. El Día del Trabajo se viste de reivindicaciones que cada ser humano hace desde su perspectiva particular.
En la actualidad, muchos jóvenes se enfrentan a la contradicción de tener una alta formación pero con pocas opciones de encontrar un trabajo. De esta forma, existen personas que se convierten en eternas estudiantes. En el peor de los casos destaca el caso de aquellos jóvenes que han tenido que dejar de estudiar por la falta de recursos.
Los sueldos son bajos y el trabajo poco estable lo que también frena la capacidad de los jóvenes de independizarse para comprar una vivienda. Muchos siguen viviendo más allá de los 40 años en pisos compartidos como en la etapa de estudiantes.
Además, existen personas que se van lejos de casa para buscar trabajo en otro país y encontrar un futuro mejor. Una decisión que cuando es motivada por las circunstancias externas se vive con mucho dolor y desencanto.
Tener un trabajo es un derecho de acuerdo a la dignidad de un ser humano. Un empleo digno es aquel que aporta calidad de vida, autoestima y un sentido a la vida del trabajador. En la sociedad actual, el estrés y la ansiedad son dos problemas reales de nuestro tiempo.
Con la crisis económica han volado también muchos sueños de personas que han aparcado sus sueños para un momento mejor. Lo peor de todo es que parece que ese momento mejor no llega de forma definitiva porque seguramente, es uno mismo quien tiene que buscar circunstancias favorables incluso en medio de la oscuridad.
Foto – Rodrigo Rodrigo